Sombra aquí y sombra allá, posturéate, posturéate
Últimamente se
escucha y se lee mucho la palabra “postureo”. Es un neologismo que se ha puesto
de moda y que viene a ser sinónimo del tradicional “vivir de cara a la galería”.
O “vender humo”, si se prefiere.
La verdad es
que la palabra está chula, es muy plástica y recoge muy bien la esencia de
quienes lo practican. A mí me ha gustado, no voy a mentir. La palabra, digo… No
la actitud…
Me ha dado por
investigar sobre este fenómeno en la red (que lo sabe todo) y, junto con las
múltiples definiciones, comentarios y demás historias que he encontrado, he
hallado un manual. ¡Un manual! (http://www.revistagq.com/articulos/manual-de-postureo/17705
)
Está escrito
en tono de mofa, no os creáis, porque como todo en esta vida, hay amantes y
detractores y, dado que esta actitud consiste en lo que consiste (pretender
aparentar lo que no se es para quedar bien y llamar la atención), ninguno de
quienes la practican la mencionan o defienden en lo más mínimo. ¡A no ser… A no
ser que sea para criticarla en otro grupo que practica el postureo…
No nos vamos a
engañar, toda la vida ha habido gente que ha presumido delante de otros sobre
cosas de las que no tenía ni pajolera idea… Pero en los tiempos de Maricastaña,
esa gente simplemente era el creído, el presumido de turno. Ahora, en la era de
Internet, el practicante del postureo (el “posturista”) puede crearse un
espacio personal (como hago yo con este blog) y lucirse ante los ojos de miles
de personas ¡around the world!
“El que
posturea busca notoriedad”, me diréis, “es lógico que se lance a la red”. Sí,
pero es que, por lo que he podido ver, hay dos tipos de practicantes: los que
solo buscan quedar muy bien y parecer superiores a su círculo de amigos, y los
que se lo curran tanto, tanto, que aunque no tengan la más mínima idea del
mundo, se lo están comiendo. O van camino de ello.
Y, ¿a qué viene
esta entrada? Pues a lo siguiente:
El común de
los mortales no tenemos desarrollada una mirada crítica en cuanto a la
información que rula por la web se refiere. Cuando desconocemos algo y nos
queremos informar, blandiendo una palabra clave nos sumergimos en la búsqueda y
captura de respuestas…
Pero, ¿qué
tiene que ver el tocino con la velocidad? Pues esto:
Cuando
buscamos algo, lo que sea, nos topamos con tres tipos de “bancos de datos”: los
oficiales (de los que pasamos porque tienen un lenguaje rebuscado), los de los expertos
(de los que pasamos porque usan palabras técnicas) y los del postureo…
¡Y ahí está el
problema! Sin darnos cuenta, podemos estar siguiendo las indicaciones de
alguien que nos habla de lo que hay que visitar en Londres, y, sin embargo, esa
persona, nunca ha visto de cerca el Támesis.
Van de
entendidos… Cada uno de una cosa: moda, cine, literatura, gastronomía, música, cervezas,
vinos, turismo, medios de transporte, métodos de reciclaje, recetas,
inversiones en bolsa, métodos de estudio… ¡Están por todas partes!
Y hay que
tener mucho cuidado (mucho, mucho), porque a algunos se les ve venir a la legua,
pero otros lo hacen tan bien que las marcas les regalan productos para que los
enseñen y promocionen. Y todos somos un poco crédulos: “Si a este chico le
están regalando yogures los de Yoplait, será porque sabe mucho sobre lácteos y
bifidus…”.
¡No!
Estad atentos.
(¿Practicaré
yo también el postureo sin darme cuenta…?)