Entradas

Mostrando entradas de 2017

Carta a una excompañera

Hola, compi: No nos conocemos muy bien, y puede que te preguntes que con qué derecho me meto en tus asuntos, pero ayer me contaron el incidente que habías tenido con Veneno y no pude evitar sentirme identificada plenamente contigo. Espero, por tanto, que no te moleste, sino que entiendas que lo hago porque no quiero que nadie más tenga que volver a padecer lo mismo que yo padecí durante el año y medio que pasé en la empresa. Cuando me dijeron que ibas a ser la nueva técnico, lo creas o no, lo primero que pensé fue ‹‹por favor, que Veneno no le haga lo mismo que me hizo a mí››. Y lo comenté varias veces, porque de verdad era algo que me angustiaba, por decirlo de alguna manera. Yo sé lo que es estar en el puesto que ocupas tú ahora. Lo más jodido (o JODIDO, porque es exagerado lo que se puede llegar a pasar con esa mujer) de todo es que, a pesar de que la gente alucina cuando le cuentas qué te ha dicho o te ha hecho, en el fondo nadie le da a las cosas que cuentas la import

¿Fue o no fue? Esa es la cuestión

Imagen
Un colega ha participado en una conversación en una red social en la que, podríamos decir, se ha formado un “debate” en torno a una fotografía en la que aparecían cuatro personajes: un personaje de Juego de tronos, Dobby (el elfo doméstico de Harry Potter), Jesucristo y Bing Bong (el amigo invisible de la película Inside out ). Acompañando a la fotografía aparecía una frase que decía, más o menos: “Si solo pudieses resucitar a uno, ¿a quién elegirías?”. Por si mi descripción del contexto no es lo suficientemente buena, paso a aclarar que el chiste está en que el autor de la fotografía considera a Jesucristo un personaje ficticio. Pues bien, leyendo los comentarios me ha dado por pensar: la humanidad está dividida entre los que creen y los que no creen en la existencia de Jesucristo (digo mitad porque no me voy a poner puntillosa con las cifras reales) y llevamos más de dos mil años tirándonos los trastos a la cabeza por este motivo. Los que creen afirman llevar la razón porque, ob

Ocho años en Villa del Tratado

Recientemente, en mi familia hemos sufrido la pérdida de un ser muy querido: madre, hermana, tía… Para mí, mi abuela. Se nos fue porque llegó su hora, como suele decirse, ya que, por más dura y valiente que demostró ser, los años no pasaron en balde. Durante más de ocho años, a causa de las limitaciones que impuso su enfermedad, se vio obligada a residir en la Residencia Villa del Tratado (y, por ende, nosotros nos vimos obligados a aprender a vivir con el hueco que dejó en casa; y no, visitarla diariamente durante dos horas no ayudaba a sobrellevar su ausencia). Esos ocho años son la razón por la que escribo estas palabras. Razón que va acompañada de dos motivos. El primero, que me gustaría agradecer públicamente la labor tan difícil, dura y necesaria que lleva a cabo cada día (y siempre con una sonrisa) el equipo de gerocultores y enfermeras. Desde aquí quiero hacerles llegar mi más sincero agradecimiento y todo mi cariño a Keka, Patri, Isabel, Olga, Belén, Lourdes, Penélop