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Mostrando entradas de abril, 2014

Reflexiones de una joven-adulta

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Sea porque estreno los 27, sea porque llevo un año y pico sin un trabajo estable, el caso es que me ha dado por pensar un poco. Recuerdo que a los 14 años tenía ganas de ser mayor: no tenía edad de muñecas, pero tampoco de bares o discotecas. No hacía lo primero y tenía unas ganas locas de descubrir lo segundo. Mi madre siempre me decía que no tuviese prisa en crecer, que disfrutase de cada etapa de la vida, porque solo se tenían 14, 15, 16… una vez. A los 18 me moría por empezar la universidad, seguía teniendo prisa. Fue una época maravillosa: podía ir y venir (casi) a donde quisiera, conocía a gente nueva (casi) constantemente, aprendía cosas nuevas (casi) cada día… Con 22 lo que quería era acabar los estudios de una vez, ponerme a trabajar, ser independiente económicamente hablando para multiplicar el número de experiencias alucinantes que había vivido hasta entonces. Si con 18 estaba genial alquilar una casa rural con los amigos, en ese momento se me quedaba pe

¿Qué mundo nos espera si no sabemos leer?

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Ayer estuve viendo un documental de Documentos TV titulado Descatalogados.   http://www.rtve.es/alacarta/videos/documentos-tv/documentos-tv-descatalogados/2533427/ Más allá de lo que pueda parecer a primera vista, trata sobre la dirección que está tomando el mundo del libro en general: qué va a pasar con las librerías, con las bibliotecas, con las editoriales, con los lectores y con la lectura. El documental recoge las opiniones de varios expertos del mundillo, como no podía ser de otra manera, y entre cuestión y cuestión lanza al espectador una serie de datos que dibujan un panorama nada halagüeño. La culpa de la situación se la adjudican los unos a los otros, aunque suelen coincidir en que los principales contribuidores a la destrucción de la cultura del libro son Amazon y Google (excepto Amazon, claro, que opina que el cambio que se está produciendo es natural. Google no aparece para dar su versión.).     Mientras veía el documental me fui reafirma

Hollywood y la mitología, o cómo descojonar la cultura clásica

Dicen que el primer paso para resolver un problema es reconocer que se tiene ese problema. Pues bien, yo tengo uno: me encanta torturarme con las súper producciones “hollywoodienses” que versan sobre mitos y leyendas. Más concretamente, las que se inspiran en la mitología o la historia greco-romana. Cada vez que a ellos les da por sacar una nueva película de corte mítico-legendario a mí me da por verla e, ingenuamente, me siento ante la pantalla esperando divertirme y regocijarme… Y al final lo que acabo haciendo es echarme las manos a la cabeza y gritar a la imagen “¡Eso está mal! ¡Eso no es así! ¡Bueno, bueno, bueno…! ¡Pero qué m*erda…!”. Y me enfado. Y me indigno. ¿Tanto trabajo les cuesta pedir asesoramiento? ¿Tanto coger un libro? Quieren hacer películas épicas y, para conseguirlo, agarran las tijeras, recortan aquí y allí, donde les parece y sin prestar atención, y ofrecen al público truños infumables. La historia, la mitología, por el tipo de fuentes, pueden ser

Vivir en la innopia, ir a la zaga o estar empanada: ese es mi rol

Tengo una pregunta para todos vosotros. Digamos que yo, por más que quiera o lo intente, soy incapaz, pero incapaz, de saber qué se lleva o qué no se lleva. Sobre lo que sea, da igual. Me he dado cuenta de que, cuando aparece una tendencia nueva, yo me entero de esta cuando: a) se ha acabado el fenómeno viral o b) lo cuentan en el telediario… Y la opción be es muy triste, porque en lo que se refiere a las modas, si te has enterado por la tele… Hmmm… Al mismo tiempo que tu padre… que tu abuelo… Chungo. Entonces, pues, ahí va mi pregunta: ¿qué hay que hacer para estar en la onda? (lo cual me recuerda otra pregunta: ¿se sigue diciendo “estar en la onda”? Porque si no se dice, apaga y vámonos…). Repito: ¿qué hay que hacer? Uso Twitter y Facebook (y ya, porque no tengo capacidad para gestionar más redes sociales), visito Youtube, leo la prensa, leo blogs… Estoy viva y respiro pero… ¡Oh! Siempre llego tarde. A los hechos me remito: mi blog no ha cumplido un año, pero

Lo malas que eran... ¡Y lo que nos gustaban!

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Hace unos días, vamos a dejar el porqué a un lado porque no es necesario que os riáis de mí, activé el “modo nostalgia” y me dio por rememorar aquellas series que emitían en televisión durante los ’90. ¿Sabéis, no? Series de dibujos que se crearon en aquellos mismos años, una década o incluso dos décadas antes, y que nos sentábamos a ver emocionados; de las que nos aprendíamos las canciones de las cabeceras (y que aún recordamos) y conocíamos los nombres, genealogías, personalidades y traumas de todos los personajes. En lugar de pensar: “Dios mío, han pasado más de veinte años desde aquello” y haberlo dejado estar para conservar la sonrisa, se me ocurrió la brillante idea de buscar algún capitulillo suelto por ahí… ¡Por qué lo hice! ¡No lo hagáis! Ni se os ocurra… Si queréis conservar intacta vuestra infantil inocencia y el cariño que profesabais a vuestros antiguos héroes, no veáis ningún capítulo. Porque os decepcionarán… No todas, claro está, porque existier