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Mostrando entradas de 2016

Micromachismo y sororidad

Estos dos términos que titulan el post se han puesto de moda… Y me tocan un poco la moral. A lo mejor es que no los entiendo bien y por eso no me gustan, que no digo que no, pero si como yo pienso los comprendo a la perfección, tengo motivos más que suficientes para que me toquen… la moral. Si estoy en lo cierto, el micromachismo es esa práctica sutil y disimulada de machismo que impregna la cultura actual y que se manifiesta por medio de comentarios que han quedado enquistados en la sociedad, y que recurre a tópicos que desprestigian la figura de la mujer y que ayudan a mantenerla en una posición de sumisión. A simple vista, y si lo he definido bien, no parece que sea nada malo. El término, digo. Pero sí que es malo. Sí que es un término malo. Malo, malo, malo. Porque para mí, que he estudiado griego (y entre otras cosas me sirve para cabrearme), micro significa ‘muy pequeño’, con lo cual, un micromachismo es un ‘machismo muy pequeño’, y las cosas muy pequeñas parece qu

Personas viejas. Tecnologías nuevas

Me pregunto una cosa. Y eso está guay, porque hacía mucho que no pensaba. Y lo digo en serio. He estado primero tan estresada y después tan medicada que se me había olvidado lo que era plantearse cuestiones a uno mismo. Volviendo: me pregunto una cosa. Como somos muy poco prepotentes y nada egocéntricos hemos comenzado a llamar a nuestra época la “Era del Conocimiento” (fue una lástima que adjudicásemos tan rápido el nombre de “Edad Moderna”, la verdad, pero ¿quién iba a sospechar ni por asomo que aparecerían los hípsters?). Me fui otra vez. Retomo. Me pregunto una cosa. Como somos extremadamente modestos llamamos a nuestra época la “Era del Conocimiento”, y supongo que es así porque tecnológicamente hemos avanzado más en los últimos veinte años que cualquier otra población humana en cualquier otro periodo histórico. Y yo, corregidme si me equivoco, lo que veo, es que hay una serie de cosas que no me cuadran. Primero voy a contextualizar. Por un lado, se ha avanzado una

De nuevo con ustedes, María cabreada

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Será porque hace mucho que no escribo, será porque vuelvo a tener la oficina en casa y eso me ahorra desplazamientos, será porque me he cabreado viendo un anuncio… Será por lo que sea o por todo lo mencionado a la vez, pero lo cierto es que hoy me apetecía publicar un post porque me siento estafada. Y ha sido gracias a Marcelo y sus coleguis futbolistas que me he dado cuenta del gran timo que me están colando. Actualmente se emite en televisión un anuncio de una conocida marca de productos cosméticos y balones de playa, que se caracteriza por su bonito color azul con tipografía blanca… Bueno, esto es lo de menos. El caso es que están Marcelo y cía con la piel súper seca por pasarse el día echando pulsos y evitando tornados en descapotable, y deciden ir a los vestuarios (¿por qué no al baño de su casa? No lo sé. Igual que no sé por qué se dedican a conducir descapotables entre tornados) para hidratarse bien el cutis. Pero cuando abren el casillero, ¡oh! sorpresa, es

A mis niños

Me miro al espejo y pienso “estoy igual que hace diez años”. Miro a vuestros padres a la cara y pienso “están igual que hace diez años”. Luego les miro a los brazos y me doy cuenta de que no. Porque ahí, hechos un pequeño rebujo de carne rosita, mocos y babas adorables, estáis vosotros, mirando con vuestros grandes ojos y deshaciéndonos el corazón a todos con vuestras sonrisas desdentadas. Yo no he tenido náuseas mañaneras, ni dolor de riñones; y mucho menos aún he sufrido fuertes contracciones (o desgarramientos) por traeros a este mundo. Yo simplemente me he limitado a esperar impaciente. Cuando me dijeron que estabais en camino me emocioné. Cuando vi vuestras ecografías (aunque era incapaz de localizaros) me emocioné. Cuando vi vuestras primeras fotografías me emocioné. Y cuando os sostuve en brazos por primera vez y todos (¡todos sin excepción!) me agarrasteis el dedo índice con vuestras pequeñas manitas de uñas requeteafiladas, me emocioné aún más. A vuestros padres

El fin de un viaje. El comienzo de una era

Podríamos decir que este viaje comenzó un 1 de octubre de 2005, en Valladolid, en un pequeño piso con paredes multicolor, en el barrio de Santa Clara (aunque la mayoría lo considere La Rondilla), al lado del campus universitario. Allí se sucedieron innumerables hechos y anécdotas que cada cierto tiempo se recuerdan con humor y, a veces, incluso con sorpresa al pensar en la ilusión e ingenuidad de las que se hacía gala entre aquellas paredes. El cerdo Cerdo, la apuesta de aguantar tres puñetazos escondidos bajo una mesa, el pasillo lleno de globos en fechas señaladas, el carro de la compra, los juegos de adivinar canciones, la gata Victoria, el baño para contorsionistas (que luego se transformó en un modesto aseo con ducha de hidromasaje), el sinfín de personas   que por unos motivos o por otros desfiló para comer o dormir allí, los martillazos del vecino en la pared del salón, los calzoncillos en la ventana, las vecinitas, la muerta de la curva, el profesor de billar… So

Ocho de marzo

Prácticamente, cada día del año celebramos un día mundial o un día internacional sobre algún hecho específico. Veamos (siguiendo el calendario de la ONU) algunos ejemplos: el día Internacional de la Conmemoración de las Víctimas del Holocausto (27 de enero), el día Mundial contra el Cáncer (4 de febrero), el día Mundial del Agua (22 de marzo), día Mundial de la Libertad de Prensa (3 de mayo), día Mundial del Medioambiente (5 de junio), día Mundial contra el Trabajo Infantil (12 de junio), día Internacional de la Alfabetización (8 de septiembre)… y un extenso etcétera a lo largo de las 52 semanas del año. Pocos podrán negar a la vista de estas conmemoraciones que los hechos que se quieren poner de manifiesto, los hechos sobre los que se quiere arrojar algo de luz para concienciar a la población sobre ellos, son problemas reales que están a la orden del día y que debemos combatir y solucionar. Por eso, me fastidia enormemente que haya quien se queje de que exista un día In