Ocho de marzo
Prácticamente, cada día del año celebramos un día mundial o un día internacional sobre algún hecho específico.
Veamos (siguiendo el
calendario de la ONU) algunos ejemplos: el día Internacional de la
Conmemoración de las Víctimas del Holocausto (27 de enero), el día Mundial
contra el Cáncer (4 de febrero), el día Mundial del Agua (22 de marzo), día
Mundial de la Libertad de Prensa (3 de mayo), día Mundial del Medioambiente (5
de junio), día Mundial contra el Trabajo Infantil (12 de junio), día
Internacional de la Alfabetización (8 de septiembre)… y un extenso etcétera a
lo largo de las 52 semanas del año.
Pocos podrán negar a la
vista de estas conmemoraciones que los hechos que se quieren poner de
manifiesto, los hechos sobre los que se quiere arrojar algo de luz para
concienciar a la población sobre ellos, son problemas reales que están a la orden
del día y que debemos combatir y solucionar.
Por eso, me fastidia
enormemente que haya quien se queje de que exista un día Internacional de la Mujer.
Porque, sí, personas que se quejan de que no existe un día Internacional del Hombre,
a la primera a la que le gustaría que no se tuviese que conmemorar a la mujer
en un día señalado es a mí. Que soy mujer.
Ojalá el 8 de marzo fuese
el día Internacional de las Hemorroides, o de las Endodoncias, o de los
Programas Malos de Televisión, pero no.
Créannos, de verdad,
personas que se quejan, de que somos las mujeres las primeras interesadas en
dejar de “poseer” un día, este día. Porque eso significaría que todas las
circunstancias que obligan a su existencia han desaparecido.
Circunstancias como la
desigualdad salarial, la violencia de género, la violación, la
hipersexualización y toda esa larga lista de trabas a la que nos enfrentamos no
solo el 8 de marzo, sino también el 9, el 10, el 11, el 12… hasta el 31 de
diciembre de cada uno de los días de nuestra existencia.
Cuando una joven no tenga
miedo de ser violada y agredida por un grupo de hombres en un autobús urbano en
India.
Cuando un grupo de mujeres
no tenga miedo de ser asaltada, toqueteada y vilipendiada a la salida de una
estación de tren el día de año nuevo en Alemania.
Cuando una chica no tenga
que agachar la cabeza y acelerar el paso porque algún “caballero” la piropea
desde el otro lado de la acera en Inglaterra.
Cuando las niñas puedan
acudir a la escuela a estudiar libremente en Pakistán.
Cuando niñas, jóvenes,
chicas, mujeres, no tengan miedo de ser secuestradas y asesinadas en México.
Cuando ninguna de nosotras
tengamos que escuchar “¡Tú a fregar!” por el mero hecho de exponer nuestras
opiniones; cuando no nos sintamos atemorizadas de perder nuestro trabajo por
quedarnos embarazadas; cuando se nos procuren los mismos reconocimientos y
oportunidades…
Cuando llegue ese día,
quizás, ojalá, el 8 de marzo vuelva a ser solamente eso, 8 de marzo.
Hasta entonces, y Dios
quiera sea pronto, feliz Día Internacional de la Mujer.