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Mostrando entradas de junio, 2013

Nuevos nombres, nuevas modas y abuelillos

Siempre he dicho de mi propia persona que, al haberme criado en lo más profundo de Castilla La Vieja, me he vuelto como la tierra: áspera, seca, desconfiada y reticente... Los que hayan hablado con gente de Valladolid entenderán por qué lo digo. El caso es que, mientras que no se haga daño a nadie, no me molestan ni las modas ni los gustos ajenos. Algunos los puedo entender, como comprarse determinado tipo de ropa o hacerse determinados pendientes... Otros no: como llamar a un hijo "Jason" en vez de Jasón, "Michael" en vez de Miguel o Kevin si detrás no va el consabido Costner. Igual que tampoco entiendo la necesidad de llamar a las hijas Iovanna o Vanessa teniendo los preciosos Juana y Juanita castellanos (que es lo que los otros dos significan en realidad). Y bueno, no lo entinedo, pero lo respeto. Es muy habitual últimamente... ¿Una moda? No lo sé. Lo que pasa es que... cuando me pongo a pensar en el futuro e imagino a hombres y mujeres diciéndoles a sus hijo

A favor de los de mi gremio

Si yo cultivase naranjas y estas, aunque a mí me pareciesen estupendas, no quisiese comprármelas ningún frutero (ninguno) para su tienda, ¿qué significaría esto? ¿Que mis naranjas realmente no son tan buenas como yo creía o que los fruteros son todos unos malvados que me quieren destrozar la vida? Me parece que la respuesta está clara: el problema aquí serían las naranjas que yo cultivo. Sin embargo, la respuesta no está tan clara si cambiamos las naranjas por libros. Un autor presenta su libro a todas las editoriales habidas y por haber que publican en su idioma, y si estas no lo quieren publicar... ¡A agarrarse que vienen curvas! ¡A soltar insultos e improperios! Señores míos, los editores viven de los libros. Si tras leer un libro consideran que no se puede vender porque no va a tener público, porque no está bien escrito, porque el tema es irrelevante... esto no significa que quieran arruinar los sueños del autor. ¡Si ni siquiera lo conocen! Simplemente significa que invertirían

Ser friki no es una moda, es una forma de vivir la vida

¿Nadie más tiene la sensación de que, actualmente, se abusa horrores de la palabra "friki"? Antes, un friki era una persona con gustos que se alejaban de los de la mayoría, que aunque hubiera entrado de lleno en la treintena continuaba viendo series de dibujos animados, que sabía palabras en japonés o en élfico o en klingon ¡o en las tres! Un friki entendía de videojuegos, de informática, de razas míticas o alienígenas... Pero ahora no. Ahora, ser friki está al alcance de cualquiera: se puede ser friki de los coches, del cine, de una serie de televisión... Y gracias a algunos autores superventas, los que han leído las historias del dichoso trono de hierro o del mago con la cicatríz del rayo, o que han visto una vez las películas de Peter Jackson, ya se consideran frikis. ¡Pues no, señores, pues no! Me parece muy mal. El friki nace friki. Cuando los niños de su clase juegan al fútbol, él juega a las cartas Magic, cuando todos montan en bicicleta, él pinta figuritas de Warh

Para ti, que quieres ser escritor (y por eso perdonarás esta entrada tan larga)

Para ti, que quieres ser escritor, voy a dirigir estas palabras. Sé que me arriesgo a ganar enemistades, pero mi mensaje está cargado de buena intención y quiero que sirva como consejo. No pretendo ofender, ni mucho menos, pero reconozco que algunas de mis afirmaciones pueden ser duras. Aun así, lo haré, porque con palabras dulces y camelos no se llega a ningún sitio, no se crece ni se aprende. Tan solo se alimentan falsas esperanzas. Desde siempre has tenido ganas de escribir, te gusta imaginar tus propias historias, crear mundos y personajes, bautizarles y hacerles cobrar vida. Cuando te compraste el ordenador la tarea se volvió mucho más sencilla porque, ponerse a ello resultaba mucho más fácil: se puede borrar sin estropear el manuscrito, releer, se va corrigiendo la ortografía... Pero tener ganas, imaginación y un ordenador no es suficiente para ser escritor. Por más que te apasione, y por más ansias de fama y lectores que tengas, has de pararte un instante a reflexionar sobr

¿Te avergüenzas de ti o te ríes de mi?

En mis años de instituto conocí a una persona con la que entablé bastante amistad. Formábamos parte de un mismo grupo (muy ecléctico, la verdad) y lo pasábamos muy bien juntos. Una vez que nos examinamos de la temida selectividad y accedimos a nuestras respectivas carreras nos distanciamos. Al principio nos veíamos una vez al año, luego cada dos... Y ahora, bueno, somos "amigos" en Facebook. No es un caso singular. Por norma general le puede pasar a mucha gente: después del instituto cada uno toma un camino diferente para hacerse adulto y, ese camino, no tiene por qué seguir los de otras personas. No hay discusiones ni problemas, pero con el tiempo aparecen nuevos grupos y las necesidades, expectativas o los gustos cambian. Resulta que, trasteando por la red social que es nuestro único vínculo actualmente, he encontrado su blog y me he parado a leerlo. Me he llevado una gran sorpresa. Aunque no sé si para bien o para mal. Simplemente  una sorpresa. En ocho años no ha camb

Los lectores

Vamos a descubrir Roma. Leer es muy importante. Leer significa mucho más que entender que la eme con la a se dice “ma” y que la frase “salió de casa” explica que un ser vivo cambió su situación espacial de dentro hacia fuera. Leer es muy importante porque permite conocer a fondo la forma de pensar y de sentir de personas muy diferentes, a lo largo de muchos siglos y dentro de diferentes contextos sociales, políticos, económicos y culturales. No nos damos cuenta, pero en ocasiones llegamos a conocer más íntimamente a determinados escritores que a “amigos de toda la vida”. La persona que lee, da igual el género, profundiza en la realidad del propio ser humano, descubre lo que significa ser hombre, comienza a comprender qué circunstancias generan qué actos, que la pasión es irrefrenable, que el dolor puede ser eterno, que la vida no sigue el camino que nosotros tenemos planeado, que hay situaciones contra las que no se puede luchar, que no puede esperarse lo mismo de todo e

Gracias, señores de Recursos Humanos

Las nuevas tecnologías nos permiten abarcar mucho más terreno, con mayor rapidez y a cualquier hora. Aplicado a la búsqueda de empleo podría ser todo un chollo: a nuestra disposición quedan direcciones de correo, formularios, cuestionarios de contacto... para un sinfín de empresas de nuestro interés. ¿Y qué es lo que ocurre realmente? Que pasamos más horas al día haciendo currículos: en Word, en PDF, relleno en el impreso estandarizado..., que enviamos más solicitudes de las que somos capaces de recordar, que nos apuntamos a más webs y plataformas de empleo que contraseñas somos capaces de memorizar... Y que al final, nadie, ¡nadie!, ni un solo administrativo de ningún departamento de recursos humanos es capaz de contestarnos. Nada. Ni un "Gracias por participar...(pringados)". Cierto que somos muchos millones buscando un lugar en el que ocuparnos. Cierto que puede ser muy farragoso responder a todo el mundo... Pero, ¿no son capaces de escribir un correo que sirva de mo

Estamos tontos. Segunda parte

Sé que me estoy arriesgando a transformarme en la persona más gruñona que escribe en la red. Esta es mi quinta entrada en el blog y la publico para quejarme de nuevo. El viernes pasado, a eso de las nueve y media de la noche, tuve la suerte de coincidir con unos cuantos impresentables en el mismo andén de metro. ¿Impresentables? ¿Por qué? Os lo cuento. Impresentable número uno. Los bancos del metro están, como todos los bancos públicos, pensados para que la gente se siente en ellos, correcto. Pero si una persona que lleva su bicicleta baja al metro, se sienta en medio de un banco y coloca la susodicha bicicleta a sus pies, con las ruedas pegadas a las patas del banco... No sé, pero, ¿los asientos de los extremos no quedan inservibles para cualquier otra persona que quiera utilizarlos? ¿O es que yo me he perdido algo y la ley que rige los asientos públicos dictamina que el que llega primero, si lleva una bici, puede jorobar el sitio a cualquier otro? Impresentable número dos. L

Culturetas de las narices...

El refrán "dime de qué presumes y te diré de qué careces" nunca había tenido tanto sentido para mí como hoy mismo. Nunca me han gustado las personas presuntuosas, aquellas que miran al resto por encima del hombro. Será porque siempre me han educado bajo la premisa de que nadie es más que nadie. El caso es que, leyendo un foro de El País, he topado con un debate en el que se quería hablar sobre los best-sellers y su aportación al mundo literario: positiva o negativa. Se supone que la participación es abierta... pero solo nos hemos debido de enterar los más esnobs y yo. ¿Por qué todo aquel que se jacta de leer a los grandes autores de la literatura universal tiene que reafirmar su creída superioridad menospreciando el trabajo y el gusto de otros? ¿Acaso ellos, por haber leído a los grandes, lo pueden hacer mucho mejor? ¡Pues que lo intenten! ¿Que no te gusta Kent Follet? ¡Pues no lo leas! Si es que él no va a ir a tu casa a obligarte a que le compres el libro... ¿Que pref

Vividores

A mi modo de ver, existen dos tipos de personas en esta vida: los que luchan, se esfuerzan, se ponen metas, los que trabajan... y luego están los vividores. Esa clase de gente que también se esfuerza y también lucha, que se pone metas... pero que no da un palo al agua nunca. Gracias a la aparición de las redes sociales, resulta que ahora es mucho más fácil dar con ellos... para poder evitarlos. Creedme: yo he conocido (conozco) a vividores. Son nocivos. No me importa cuán dura pueda sonar esta palabra, porque es cierto. Son personas que, a primera vista, no levantan sospecha alguna. Puede, de hecho, que nunca lleguemos a descubrirlos porque son muy hábiles. Aunque creas que los conoces, no es así en absoluto. Son listos, fingen. Interpretan cada día un papel que van perfeccionando con el paso de los años. ¿Y para qué? Pues eso, para vivir del cuento. Pensadlo, seguro que tenéis en vuestros círculos un conocido o un amigo que da el perfil: son abiertos, muy simpáticos, encajan bie

Si puedo, no quiero

Hubo un tiempo en el que tener un libro era un privilegio para gente rica. Antes de Gutenberg, quien quería poseer uno, debía buscarse a un copista al que contratar y un alma caritativa que le prestase un volumen con el que empezar la tarea de reproducción. Luego, con la imprenta, las cosas mejoraron. Pero aún así, la economía de uno debía de ser lo suficientemente desahogada como para correr con un gasto así. Y ahora que las nuevas tecnologías nos permiten crear copias de libros como si fuesen churros, resulta que la gente no lee. Nos atraen más los espacios televisivos, las películas cinematográficas o los videojuegos que un "simple" libro... No quiero decir que sea malo que existan ofertas de ocio diferentes. Pero tampoco es bueno dejar que nuestras ideas se nutran de "productos finalizados". En vez de imaginar, meditar y aprender, simplemente asumimos lo que otros han fabricado. Tenemos las neuronas refritas de tanto sobrestímulo. Hemos deja

¿Estamos tontos o qué?

Todos tenemos manías, nadie es perfecto. Hay gente a la que no le gusta que el pan esté colocado bocabajo, quien tiene que estar agarrando, cogiendo y jugando con todo lo que encuentra a su alrededor, quien no aguanta que se apriete el tubo de pasta de dientes por el centro... Existen tantas manías como personas.  Yo he llegado a la conclusión de que soy la persona más maniática del mundo y parte del extranjero. Creo que antes no era así. Puede que me haya vuelto muy exquisita desde que vivo en la capital, quién sabe. Sin embargo, lo cierto es que hoy por hoy, me pasaría el día dando collejas.Sí, collejas. A diestro y siniestro. A gente que conozco y a gente que no. Os cuento por qué.  Por ejemplo, llamadme tonta, pero de toda la vida del Señor, yo he pensado que las mesas eran objetos que constaban de una superficie plana sustentada sobre tres o cuatro patas y que servían para apoyar otros objetos de menor tamaño: un cenicero, un mando a distancia, un ordenador, un plato...