HAY QUE PONERLE LÍMITES A LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN: ¡CENSURA, YA!
Duro,
contundente, más de uno habrá pensado al leerlo “¿pero esta tía está tarada?”.
No, no lo estoy. Lo que estoy es indignada, cabreada, frustrada y asqueada.
Hay que
ponerle ciertos límites a la libertad de expresión, ¿por qué? Pues porque sin
comerlo ni beberlo te encuentras con majaderías dañinas como estas:
Niñatas,
porque no tienen otra denominación, niñatas trastornadas que, sabiendo que padecen
una enfermedad, animan, aconsejan, asesoran y apoyan a otras a que sigan sus
pasos.
Les explican
cómo vomitar, cómo esconder la comida, cómo hacer creer a sus familiares que no
sufren trastorno alguno. En definitiva, unas les muestran a otras cómo matarse
de hambre para estar delgadas en el proceso hacia la tumba.
Y a aquellos
que tratan de decirles que no es sano, que no es bueno para ellas, con toda la
chulería y el desprecio de que son capaces con tan poquita neurona, les saltan
impertérritas que ellas son “princesas”, no cerdas. ¡Cerdas!
Llegué hasta
estos blogs porque alguien, en un debate de Linkedin, los puso como ejemplo de
mala calidad ortográfica. Soy muy purista, y lo sabéis, pero creo que en estos
casos lo que debería llamar la atención son las burradas que se dicen, las
salvajadas que se aconsejan y no las haches fuera de sitio o las bes mal
colocadas.
Si sabéis
cómo, os animo a denunciar. Me da igual que publiquen o no. Ese contenido está
en la red, al alcance de cualquier adolescente inseguro y acomplejado, y, por
ende, susceptible de caer en la anorexia o la bulimia.
En Google
dicen que es muy difícil controlar el contenido que se publica, que no pueden
estar al día de todo… Pero ya que ganan tantísimos millones a costa nuestra,
quizás deberían de invertir en puestos de trabajo que se ocupen de censurar
(censurar, sí) este tipo de atrocidades.
Denunciadlo,
por favor. No os quedéis de brazos cruzados después de leer esto. No miréis
para otro lado después de flipar (porque si leéis alguno de los contenidos,
fliparéis) y echaros las manos a la cabeza. Denunciad.
¡Denunciad!