¿Hay que enseñar a los niños a escribir mal? (o: Ay q nseñr als niñs ascribr mal?)
Creo que puedo
presumir de ser la persona no-licenciada en Física que cuenta en su haber con
más amigos y conocidos físicos. Y como buenos físicos son curiosos y por eso van camino de la erudición.
El caso es que, uno de estos amigos físicos, me hizo llegar el otro día la siguiente
imagen de un libro de texto de 5º de primaria.
Mantuvimos una
breve conversación al respecto. Creo que él esperaba que me indignase
enormemente y que pusiese el grito en el cielo por este hecho. Y lo cierto es
que yo misma me sorprendí también de que mi reacción no fuese esa.
Cuando lo vi
me paré a pensar detenidamente y (aunque lo que voy a decir a continuación me
va a hacer ganar cientos o miles de enemigos) he de decir que… No me parece
que, necesariamente, sea algo malo.
Me explicaré.
El sistema de abreviaturas que utilizamos para comunicarnos por mensajería
instantánea (sms, what’s app) no es algo nuevo que nos hayamos sacado de la manga
anteayer. Cuando yo cursaba Paleografía en la facultad tuve que aprenderme un
montón de abreviaturas distintas para poder leer textos medievales. Y no
cualesquiera textos medievales, sino auténticos textos científicos, jurídicos,
administrativos… Nada de: “q vas acr oy? Qdams?”.
Los
escribientes de entonces lo hacían para ahorrarse pergamino. Nosotros lo
hacemos para ahorrarnos tiempo en este mundo nuestro tan frenético.
Más o menos a
grandes rasgos, el argumento que le di a mi amigo el físico sobre por qué no me
parecía mal fue que, aunque nos parezca mejor o peor lo cierto es que el
sistema de abreviaturas es un sistema de comunicación que está a la orden del
día, que todos (o la gran mayoría) utilizamos, y que no está mal que los
chavales aprendan. Si ellos (y nosotros) tienen que aprender que existe una
preposición que es so, a pesar de que nadie, a excepción de los jueces y
abogados, utiliza, ¿por qué no habría de enseñárseles algo que sí se usa?
Por supuesto,
siempre que esto se acompañe de las tradicionales clases de ortografía,
gramática y sintaxis.
Pero es que
luego, después de todo esto, seguí pensando y me acordé del año en que tuve que
traducir los grafitis pompeyanos (y utilizo grafitis y no graffito porque la
RAE ya reconoce esta palabra).
Para quien no
lo sepa, he de decir que pueden ser los textos más curiosos e interesantes que
se vea obligado a traducir cualquier estudiante de latín.
Cuando te
enfrentas a ellos te tienes que olvidar de todo el sistema de declinaciones y
de conjugaciones verbales que has aprendido en los cursos anteriores. Porque
esos textos no los escribió Cicerón; ni Tito Livio ni Lucrecio. Los escribieron
pompeyanos “normales”, gente como yo o como tú, o como tu vecina la del tercero.
Gente que no tenía un sillón llamado “ge mayúscula” o “pe minúscula”. Pero sí
gente que hablaba y que tenía la necesidad de dejar un mensaje.
Te pasas la
vida escuchando que el español viene del latín, pero no es hasta que lees los
grafitis de Pompeya cuando te lo crees. Y son textos con faltas ortográficas y
que no respetan la sintaxis…
Es cierto que
necesitamos mantener un orden en cuanto a las normas de la lengua se refiere
porque la idea de cualquier sistema de comunicación es que sirva para eso, para
comunicarse, pero si nos comportamos como lingüistas tiranos… No conseguiremos
nada. Y lo digo yo, que utilizo los símbolos de apertura de interrogación y exclamación, que pongo tildes, comillas y hasta puntos y comas en mis sms...
Lo primero que
le enseñan a cualquier estudiante de filología es que las lenguas son entidades
vivas que nacen, crecen y evolucionan, o desaparecen. Por eso antes se hablaba
latín y ahora se habla italiano, francés o rumano. Por eso antes se decía venio, venis, venit, venimus, venitis y veniunt, y ahora vengo, vienes, viene,
venimos, venís y vienen.
Y el venio
pasó a vengo porque la gente primero lo pronunció mal y, después, se puso a
escribirlo como lo pronunciaba: mal. Así de “simple”.
Así que,
amigos, no os pongáis tan quisquillosos con estos temas. ¿Quiénes somos
nosotros para enfadarnos, si lo que usamos cada día es un latín mal hablado?