Pequeña reflexión sobre San Valentín
Es
fácil dejarse llevar, sentirse presionado y acabar comprando una rosa, una
pulsera, una caja de bombones o colgando en las redes sociales una declaración
de amor de lo más adolescente (“Caminar de tu mano es un sueño, mi sueño. Te
amo.”).
Es
por este motivo que quiero recordaros que, si de verdad estáis enamorados, hay formas
mejores de demostrar a vuestras parejas devoción, respeto, pasión y amor:
-
Ofreceos a bajar la basura cuando esté lloviendo.
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Salid voluntarios para fregar los platos.
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No torzáis el morro cuando haya que hacer la colada o que
planchar toda la ropa del armario.
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Preparad la cena para que no tenga de qué preocuparse
cuando llegue de trabajar.
-
Cargad con las bolsas más pesadas cuando vayáis al súper…
Esos gestos de cada día, y que no se
valoran porque se dan por sentado, expresan mucho mejor los sentimientos
propios que las palabras ajenas que encontráis en Google tecleando palabras
clave como “frases románticas” o “poemas de amor”.
A pesar de que los poemas de Bécquer son
preciosos, Gustavito murió joven y nunca tuvo que compartir casa ni que limpiar
el lavabo después de un afeitado o que recoger las medias del tendedero. Por
eso, mejor ahorraos los tópicos y hablad desde el corazón (en San Valentín y el
resto del año): “Cariño, ¿quieres que os acompañe mañana a ti y a tu madre al
callista? Os llevo en el coche”.
Porque “poesía, eres tú”, pero el amor es otra
cosa.