LAS ENTREVISTAS DE TRABAJO Y EL RELOJ BIOLÓGICO



El otro día disfruté de un café (un par) de lo más agradable y entretenido en compañía de unas amigas. Aunque me encanta estar con ellas, no sé si su influencia es del todo buena para mi salud mental, básicamente, porque mientras estoy con ellas (y después) mi cerebro no puede evitar hacer reflexiones a diestro y siniestro sobre algún tema en particular.

En esta ocasión, me dieron un nuevo motivo a tener en cuenta a la hora de explicar por qué a nuestra generación, más concretamente a las chicas, nos está costando tanto incorporarnos al mercado laboral: el reloj biológico.

Ingenua de mí, jamás había valorado la posibilidad de que las empresas ante las que me postulo como candidata para un empleo pudiesen tener en cuenta mi edad como una causa para no contratarme.

Estoy en esa franja de edad de riesgo que puede ver los embarazos como un objetivo deseable. Se supone que soy más propensa a tener intención de fundar una familia que una chica de veinte o que una mujer de cuarenta.

Cuando me hicieron aquella revelación, algunas de las preguntas a las que he tenido que responder en distintas entrevistas cobraron un nuevo significado:

<< -¿Vives en la ciudad?
-      Sí, desde hace dos años.
-      Ah, muy bien. ¿Compartes piso con más gente?
-      Sí, bueno, vivo con mi pareja.
-      ¿Y tu pareja trabaja?
-      De momento, sí…>>

¡Ilusa! Yo que pensaba que se trataba de una estratagema de recursos humanos para medir las reacciones de la gente ante preguntas personales, y lo que realmente hacían era un sondeo para valorar mis ganas de convertirme en madre…

Y desde ese café me pregunto: ¿hay derecho a que se haga esto? Porque si tienen la desfachatez de preguntar por otros asuntos privados para sacar las conclusiones que a ellos les vienen en gana,  ¿qué más da saltarse a la torera la intimidad de la gente y preguntar con todo el descaro si se quiere formar o no una familia?

Porque si de verdad existen límites para las preguntas de este tipo, lo cierto es que son bastante difusos y se permiten jugar con ellos.

Por eso, ante tales preguntas ya sé cómo contraatacar:

<< -¿Vives en la ciudad?
-      Sí, desde hace dos años.
-      Ah, muy bien. ¿Compartes piso con más gente?
-      Sí, bueno, vivo con mi pareja.
-      ¿Y tu pareja trabaja?
-      Sí, con un horario de doce horas y un salario de mierda, parecido a lo que ustedes ofrecen aquí, así que como se nos ha prohibido abortar, para evitar disgustos, nos hemos vueltos “abstemios”. ¿Alguna pregunta más?>>.

Es eso o directamente poner en mi currículum: “Otros datos de interés: estéril y sin medios económicos suficientes como para poder adoptar”.

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