ALGORITMO QUE PREDICE QUIÉN PUEDE CONVERTIRSE BEST SELLER… ¡JA!
Amigos con
aspiraciones literarias, estáis de enhorabuena. Un grupo de científicos de la
universidad de Stony Brook ha desarrollado un algoritmo que es capaz de
predecir (con un 84% de fiabilidad) si un libro se transformará o no en un best seller.
¡Bien!
Según ellos,
la novedad de este estudio radica en que han medido los factores cuantitativos y no
los cualitativos. En otras palabras: han analizado la cantidad de verbos,
adjetivos, numerales o adverbios que debe contener una obra para que guste más
o menos. Añaden, por supuesto, que los factores externos influyen, como por
ejemplo la suerte.
No sé si hasta
aquí se ha percibido el tono irónico, así que, por si acaso, voy a hablar claro:
esta gente ha gastado dinero de su universidad para nada.
Por un lado
vienen a decir que los libros que están escritos con un estilo llano, sencillo,
accesible a cualquiera, son los que más gustan. ¡Pues claro! ¡Porque no hace
falta tener una licenciatura en literatura comparada para entenderlos!
Y por otro
tratan de cubrirse las espaldas alegando que la suerte también tiene que ver a
veces. O sea, lo que no se puede medir, queda al azar.
Probemos el
84% de fiabilidad del estudio. Pongo un ejemplo: María Dueñas vendió como
churros su novela El tiempo entre costuras, sin embargo, su otra novela, Misión olvido, no ha gozado del mismo
éxito.
Mismo género,
misma autora y mismo estilo narrativo, por tanto, mismas probabilidades de
convertirse en súper ventas. Pero no ha sido así. ¿Ha entrado en juego el 16%
de “no fiabilidad”? Cuestión de suerte. ¡Qué listos! Para eso que no estudien
tanto, que lo podríamos haber vaticinado cualquiera.
A lo que ellos
llaman suerte yo lo llamo sociedad. Autores que murieron en el anonimato, como
Allan Poe o Kafka, hoy son famosos en el mundo entero y sus obras gozan de la
aprobación general. Por el contrario, hay autores y obras que en su día
triunfaron y que nadie recuerda ya. Por ejemplo, Cyrano de Bergerac, el auténtico,
no el de Edmond Rostand.
Por más que
queramos (por cuestiones de productividad y capitalismo) existen aspectos de
nuestra vida que no podemos ni medir ni cuantificar. Entre ellos, los gustos de
la gente (que dependen de los contextos políticos, económicos, históricos… A menos, en cuanto a literatura se refiere). Y
como leer es una cuestión de gusto, tratar de pronosticar qué libro será el
próximo El código Da Vinci es perder
el tiempo.
Si el escribir se transforma en una cuenta matemática, ¿dónde queda el arte?