-Mamá, quiero ser como la Barbie. -¿Como la Barbie? -Sí, como la Barbie… Médico
Dicen
que la talla media nacional es la 38 (me lo puedo creer, porque, cuando llegan
las rebajas, las prendas de ese tallaje son las primeras en desaparecer),
aunque la publicidad, el cine, la televisión y demás purriala se encargan de
hacernos sentir culpables por no gastar una 36 (o menos). Supongo que para
ayudar a crear remordimientos desde la más tierna infancia, las muñecas también
gastan la 36 (o menos).
¡Es
que no hay muñecas “gordas”! Los kilos no están bien vistos en el mundo
terrorífico-glamuroso de las Monster High, ni en el estilo dulzón de Ever After
High, ni en el horripilante aspecto de las Princesas Zombies. ¡Ni tan siquiera
Nancy tenía kilos!
Y
ahora que lo pienso, tampoco hay princesas de cuento, heroínas de videojuego
(estas aún menos, porque van dirigidas a un público masculino) o ídolos
femeninos infantiles que pasen de la talla 36…
¿A
quién le importa que Barbie haya sido arquitecta, enfermera, médico, cantante,
astronauta, medallista olímpica, soldado, veterinaria, jardinera, piloto de
carreras, empresaria, maestra, ¡presidenta!, cocinera, fotógrafa, jinete,
pizzera, gimnasta, reportera, azafata, bailarina, dentista, surfista, actriz,
banquera, bombero, entrenadora de delfines, guía turística, humanista,
ingeniera informática, niñera, peluquera… (por el amor de Dios, ¡si ha sido
hasta sirena!)? Repito, ¿a quién le importa, si es guapa, alta, pechugona,
delgada y tiene doscientos millones de modelitos?
A mí
me importa, y no me avergüenza reconocer que durante años jugué con este tipo
de muñecas. ¿Por qué? Pues porque me hicieron ver que más importante aún que la
talla que tuvieran, era lo lejos que habían llegado. Que si ellas, que eran de
plástico, podían ser lo que quisieran, yo también podría algún día.
Ya
que no hay muñecas “gordas”, espero que haya padres con cabeza. Padres que
mitiguen ese efecto nocivo de sexualización de la mujer a través de los
juguetes, y que sean capaces de sustituirlo por valores realmente importantes,
como la confianza en uno mismo o el afán de superación.
Ya
que no podemos evitar que las muñecas gasten la talla 36, dirijamos la atención
de las niñas hacia los valores positivos que podemos extraer de estos juguetes,
y apartemos su mirada de lo estrecho de la cinturilla de los pantalones.