¿Y si en vez de robar, vas a la biblioteca?



Hace unos días, un amigo que es alérgico a lo negro de las letras me contaba entre asombrado e indignado (de ahí que quiera resaltar que no le gusta leer) la conversación que habían mantenido su peluquera de toda la vida y una clienta.

Al parecer, la segunda presumía orgullosa de su nueva adquisición: un ereader (creo que el más barato cuesta 37€), al tiempo que comentaba indignada el escandaloso precio que tienen los libros, un auténtico robo. La segunda, muy comprensiva, le decía que ella se negaba a pagar por estos, y que desde ese momento no habría de preocuparse más, pues gustosamente le haría llegar un enlace web a partir del cual podría descargarse de forma completamente gratuita los libros que quisiese.

Entenderemos aquí que gratuita es sinónimo de pirata y, por tanto, de ilegal.

Como podréis imaginar, me indigné, y la respuesta pueril que le di a mi amigo no fue otra que: “haberle dicho a tu peluquera que lo que de verdad es un robo es que ella te cobre 12€ por pasarte la maquinilla durante tres minutos”.

No es la primera vez que escucho este tipo de afirmaciones, bien en directo, bien en diferido a través de terceras personas, pero por más tiempo que pase, continúo sin poder dejar de molestarme por ello.

Y me molesto porque no entiendo la lógica que sigue esta gente.

Un libro de 20€ es caro, y eso que dura toda la vida. Un corte de pelo, unas mechas y un peinado valen 30€ (o más) y suelen durar (dependiendo del grado de higiene de la persona) entre dos y tres días; lo que viene siendo hasta la siguiente vez que uno se lave la cabeza…

¿Dónde está la coherencia?

Procuro ser una persona bastante consecuente, por eso, por ejemplo, como me parece horrible el trato que dan los supermercados y los grandes almacenes a sus trabajadores, procuro poner mi granito de arena no pasando por las cajas automáticas o de autocobro. ¿Por qué? Pues porque considero que cuanto más se usen, menos cajeros y cajeras serán necesarios, y, por ende, más personas perderán sus puestos de trabajo…

Pero luego veo que la gente no se comporta igual, y pienso si no seré una imbécil al tratar de preservar los puestos de trabajo de otros cuando nadie de todos ellos se preocupa lo más mínimo por mantener el mío.

Porque en mi sector ocurre lo mismo: cuanta más gente robe libros, menos autores escribirán; y cuantos menos autores escriban, menos editores, correctores, diseñadores, maquetadores… harán falta y más gente se irá al paro.

Exigimos lo que consideramos justo por nuestro trabajo, y de acuerdo con lo que nos parece justo, exigimos a su vez los salarios o establecemos los precios del mismo. Así, a nadie le parece mal que los precios del pan oscilen entre los 40 y los 70 céntimos; que las visitas del fontanero (por el mero hecho de acudir) se paguen a 50€; que la extracción de una muela valga otro tanto; que un cambio de aceite se lleve 40€ o que, como decía, un “cortaypeina” nos cueste entre 12 y 40€ (o más).

Como sé que mi mensaje no cala, a partir de ahora me limitaré a hacer una petición:

Si los libros os parecen caros, en lugar de robarlos, por favor, limitaos a utilizar más las bibliotecas públicas…

(… malditos ladrones.)

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