La mesa de la abuela



-¿Y para qué dices que necesitas esta mesa?

-Para mi nuevo negocio, abuela.

-Ah, ya… Pero está vieja y coja. Estas cosas ya no se llevan. Las mesas, ahora, son más… modernas. Cuadradas, lisas…

-Asépticas, geométricas e impersonales, diría yo. Por eso quiero esta. Tú ya no la utilizas, ¿no?

-No, no. Si puedes llevártela, hijo. Es solo que no lo entiendo.

-Es fácil, abuela. Vivimos en un mundo urgente, instantáneo, acuciante, breve y efímero. Y por culpa de las prisas todos escuchamos la misma música caduca, vestimos con ropa similar, adoramos a falsos ídolos, compramos en cadenas comerciales uniformes y apoyamos nuestros cafés en mesas idénticas.

Y mi negocio no entra dentro de ese paradigma.

Yo voy a abrir un espacio de sosiego, calma, tranquilidad, placidez y serenidad.

Mi negocio será un lugar en el que cada uno tomará consciencia de las cosas que de verdad importan, aprenderá otras nuevas y desterrará sus miedos. Voy a ayudar a la gente a ser feliz, abuela. Por eso necesito esta mesa.

-Pues tu madre me había dicho que lo que ibas a abrir era una librería…

-Sí, abuela, voy a abrir una librería.

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