¡Que todos los madrileños boten a Espe!



Estoy deseando que lleguen las elecciones a la alcaldía de Madrid. No quepo en mí de ganas… Porque es que cada vez que escucho o leo las perlas que nos regala la candidata Espe, me entra un noséqué y un quéséyo, que yoquésé.

Por favor, que la boten. Que la boten. Lo repito: ¡Que la Boten!

Vengo de una ciudad en la que cuyo alcalde nunca jamás se ha cortado un pelo a la hora de hacer declaraciones o exponer opiniones (que, por supuesto, cuando generan polémica, la culpa es de quienes “malinterpretamos” y jamás de quien regurgita sandeces), pero aún así, todavía me queda capacidad para sobresaltarme un poco más y llevarme la mano a la boca en un doble instinto: evitar el vómito y contener la ristra de improperios que se me quieren desbordar.

Pero hoy ya no puedo. Hoy no me quiero callar.

¡¿Qué se puede esperar de una candidata que confiesa abiertamente que su preocupación por la mendicidad en la ciudad se debe a la mala imagen que dan los sintecho al turismo?!

A ella le da igual el motivo. A ella le importa un carajo solucionar esa situación. Ella quiere que las calles estén limpias… Sí, sí. Leéis bien. Limpias. (Y quiero pensar que el sustantivo limpias lo usa para referirse a los desperdicios y no directamente a las personas… Porque si no…).

Al parecer, el centro de Madrid está sucio porque hay gente que se ve obligada a dormir en la calle.

La porquería que se encuentra en las zonas turísticas nada tiene que ver con que los madrileños castizos, los madrileños adoptivos o los propios turistas (a quienes ella busca agradar) salgamos de fiesta tanto un lunes como un domingo y dejemos vasos en las repisas de las ventanas;  con que volquemos contenedores cuando estamos borrachos; con que meemos entre coches; con que dejemos en la calle bolsas de basura fuera de horario; con que tiremos las colillas donde nos sale del forro; con que arrojemos al suelo sin miramientos los flyers que se reparten en cada esquina; con que no usemos las papeleras para depositar las vasos de Starbucks, los de Llaollao, las cajas de McDonalds; las servilletas del KFC o con que no nos agachemos para recoger las caquitas del perro…

No. La culpa es de los madrileños “pordioseros” que se acercan al contendor del Café los Arcos, de la Taberna la Fontanilla o del Museo del Jamón cuando las buenas gentes se han ido, y rebuscan entre los desperdicios un cartón para esconderse entre los soportales de la Plaza Mayor para hacer piña y pasar la noche al raso. Y claro, es por eso también, porque se refugian en cajeros y en pórticos, que las paredes están llenas de pintadas. Porque las cuatro perras que se sacan mendigando las emplean en comprarse botes de spray

Comenta la rubia con todo el desparpajo que la caracteriza que hay que aprobar alguna ley ciudadana para que la policía se los lleve a los albergues a la fuerza “o algo”…

¡A la fuerza! ¡O algo!

Si es que es seguro que esta gente vive así porque quiere. Si es que es fijo que la mayoría de ellos, con educación universitaria, prefieren dormir en la Plaza del 2 de Mayo antes que un palacete…

Por favor… Madrileños, los castizos, los adoptivos, los agraviados… ayudadme en las próximas elecciones a botar a Espe.

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