Putos frikis
De todo tiene
que haber en la viña del Señor, ¿no? Eso se dice al menos. Aunque cuando se
dice, siempre se deja caer con un cierto retintín como de sorna, para someter a
escarnio a todos aquellos que pululan entre las parras y que no se ajustan a
nuestro criterio de lo que es lógico y normal.
Me hace mucha
gracia la gente que tacha a este o a aquel de lo uno o lo otro…
Hoy día, está
muy de moda lo de llamar “friki” a cualquiera. Porque, al parecer, es aplicable
a todo.
¿Te gusta el
retoque fotográfico? Eres un friki.
¿Te gusta
tocar un instrumento musical que no es una guitarra eléctrica? Eres un friki.
¿Te gusta la
botánica? Eres un friki.
¿Te gusta la
programación? Eres un friki.
No voy a
seguir porque puede resumirse diciendo que si tienes una pasión que no comparte
la mayoría, ¡eres un friki!
¿Cómo puedes
tirarte las horas muertas trasteando en Photoshop y no ver los programas
televisivos de moda? ¡Puto friki!
Pero por cada
gilipollas que se mofa del friki diseñador gráfico, hay veinte gilipollas más
que se han comprado un jersey por un anuncio que han visto en una marquesina,
que han entrado al cine porque les ha encantado el cartel, que se han fidelizado
con una marca por su logotipo… Curiosamente, ideados todos por ese “friki” (o
uno que aguantó las mismas bromas).
¿Cómo puedes
pasarte la vida practicando con el violín un sinfín de obras clásicas que nadie
conoce en lugar de enterarte de quién es Beyoncé? ¡Puto friki!
Pero por cada
imbécil que se burla del friki músico, hay veinte imbéciles más que se
emocionan con las bandas sonoras de las grandes producciones cinematográficas,
que canturrean sin parar tal o cual melodía porque la escuchan en todas partes,
que gritan hasta quedarse afónicos en los conciertos de este o aquel grupo
donde lo dieron todo con un tema acústico… Curiosamente, interpretados todos
por ese “friki” (o uno que aguantó las mismas bromas).
¿Cómo puedes
leer libros científicos y salir al campo a buscar flores en vez de irte de
compras? ¡Puto friki!
Pero por cada
bobo que se guasea del friki botánico, hay veinte bobos más que se las dan de supermodernos
porque compran productos ecológicos, porque se untan en la cara cremas
maravillosas de aloe vera, porque tal o cual perfume que han encontrado es lo
más… Curiosamente, fabricados todos por ese “friki” (o uno que aguantó las
mismas bromas).
¿Cómo puedes
preferir quedarte un viernes por la noche en casa a desentrañar los entresijos
del html5, si puedes salir a mamarte como un cabrón? ¡Puto friki!
Pero por cada
lerdo que se ríe del friki informático, hay veinte lerdos más que fardan de las
webs que conocen, de las aplicaciones que se descargan, de los iPhones que se
compran… Curiosamente, desarrollados todos por ese “friki” (o uno que aguantó
las mismas bromas).
Tengo razón,
¿o no? Putos frikis, ¿verdad?
Ojalá hubiese
más frikis en el mundo.
Frikis que
prefiriesen ver un documental a ver reality
shows.
Frikis que
antepusiesen el conocimiento a las borracheras.
Frikis que
optasen por la cultura antes que por la ignorancia.
Frikis que
siguiesen dedicando su tiempo, su esfuerzo y su talento a darle valor al mundo.
Ojalá hubiese
más frikis en el mundo en vez de tanto lerdo, bobo, imbécil y gilipollas que,
sin ánimo de ofender, se dedican a reírse de los demás porque no hace cosas tan
normales como las que hacen ellos.
Como, por
ejemplo, lucir su jersey nuevo apestando a perfume de marca mientras “postean”
en las webs con su iPhone lo que mola la banda sonora de la última peli que han
ido a ver.