¿Por qué no "Penes, penes, penes"?
Al comentario recibido con motivo de mi anterior post Tetas, tetas, tetas:
En primer lugar declararme fan incondicional de las
tetas, aunque me arriesgue a ser prejuzgado y vilipendiado por ello, luego
preguntarme por qué no hay referencias a hombres sexualizados en este post. Y
ya para acabar, ¿qué pasa con las mujeres que eligen
utilizar el sexo para su provecho? Si lo apoyamos somos machistas pero si lo
criticamos somos machistas.... Estoy confuso con este tema que a menudo se
utiliza de forma demagoga e hipócrita. Un casto saludo, Mary.
Esta es mi respuesta:
Declararse fan incondicional de las tetas no es motivo de juicio ni de
vilipendio. Por lo menos, hasta donde yo entiendo, porque si no recuerdo mal,
la función de los pechos es doble: excitar y amamantar, por tanto, es
plenamente legítimo tu “fanatismo”.
A la cuestión “¿por qué no hay referencias a hombres sexualizados en
este post?”, te responderé que no se les menciona porque no es el tema. Se
habla de mujeres sexualizadas exclusivamente porque es lo que quería tratar. Se
me podría acusar, eso sí es cierto, de obcecarme con defenderlas a ellas y
nunca a ellos, pero es que, lamentablemente para nosotras, los ejemplos de
abuso para con el género femenino son mucho más abundantes que a la inversa.
A la mujer se la sexualiza porque sí, porque se ha aceptado que ese rol
es correcto… En cambio, al hombre se le sexualiza cuando hay un motivo detrás.
Me explico: si se desea vender un modelo específico de calzoncillos por
San Valentín, por ejemplo, se sexualiza al hombre para que las mujeres piensen:
“Guau, voy a comprarle eso a mi chico para que luzca igual”. Si se desea vender
cualquier otra cosa se sexualiza a la mujer porque sí: ¿qué sentido tiene
representar orgasmos en spots de
helados (valga cualquier anuncio de Magnum)? ¿Qué sentido tiene representar
orgasmos en los anuncios de sostenes (se me ocurre Intimissimi; y añado que este
ejemplo tiene más inri porque los sostenes los compramos nosotras para nosotras…)?
¿Qué sentido tiene sexualizar a la mujer en los anuncios de detergente? ¿En los
anuncios de zapatos? ¿En los de vaqueros? Y podría seguir…
Como digo, quizá me centro más en el género femenino porque, como
mujer, me duele más la constante cosificación que sufrimos… O puede que sea
porque, como mujer que soy, la cosificación del hombre me pase más
desapercibida.
Sean cuales sean los motivos que me mueven, la verdad es que los casos
no son equiparables se mire por donde se mire.
Se me ocurre otro ejemplo: Juego
de Tronos. Cuatro temporadas de intrigas, misterios, batallas y sexo…
¿Cuántos penes se han visto en pantalla desde que la HBO decidió estrenar la
serie? Yo misma respondo: ninguno. En cambio, ¿cuántos bustos y pubis se han
paseado por las pantallas de medio mundo?
Otro ejemplo más: 50 sombras de
Grey. Ya lo dirá el público cuando la estrenen pero… En un libro plagado de
sexo y masoquismo donde se tratan sin tapujos las fisonomías tanto de ella como
de él, ¿es justo que en el filme el mayor trozo de carne que se vea del varón
sea su espalda? Si tenemos en cuenta que a ella se le ve todo, también respondo
yo, a mí no me parece ni justo ni ecuánime.
Y para acabar, te contesto a “¿qué
pasa con las mujeres que eligen utilizar el sexo para su provecho? Si lo
apoyamos somos machistas, pero si lo criticamos somos machistas…”.
Quizás, esta sea, a mi parecer, la cuestión más delicada de todas
porque para poder elegir hace falta que se den una serie de variables; las principales son: a) tener de dónde elegir, b) tener capacidad de
elección.
Si una mujer ha recibido una educación con la que se la ha inculcado
que ella es un objeto al servicio del género opuesto (no me voy a los extremos
que imponen los islamistas, véanse, simplemente, nuestras abuelas), y dicha
mujer opta por “utilizar” el sexo para su provecho, posiblemente no sea
consciente de lo que está haciendo. Entiendo que para ella será simplemente
normal satisfacer los deseos sexuales de otros.
Otro caso podría ser el de una mujer que, habiendo recibido una
educación adecuada (o sea, que es capaz de entender que ella no es menos que
nadie por cuestión de género), decida utilizar el sexo en beneficio propio.
Entonces habría que ver qué motivos le han impulsado a ello: ¿la necesidad? ¿El
hambre? ¿La pobreza? ¿La avaricia? ¿La ambición?...
Porque si los motivos son los tres primeros, su elección puede quedar
más que justificada y ser de lo más honrosa dada su situación. En caso de que
el motivo fuese alguno de los segundos, tal vez es que simplemente no sea una
buena persona, ¿no? Cabrones hay en todos los sitios. El hecho de ser mujer no
transforma a alguien en bueno, y el de ser hombre, en malo, sistemáticamente.
Los hay muy buenos y muy malos en ambos sexos.
No intento restarle responsabilidad a nadie, pero teniendo en cuenta
que nos criamos en una sociedad donde las niñas reciben en navidades y
cumpleaños cocinas de juguete, muñecos cagones para que les cambien los pañales
y maniquíes para que maquillen y peinen; en una sociedad que considera legítimo
que se digan “lindezas” desde los andamios y las aceras a las que optan por
ponerse una falda corta o un pantalón estrecho; en una sociedad que paga
salarios más elevados a los varones que a las féminas por ejercer los mismos
trabajos; en una sociedad que ha asumido que solo las mujeres padecen dolencias
y enfermedades engorrosas como las hemorroides; en una sociedad que considera
lógico que en algún momento tengas que ser madre; en una sociedad que asume que
si un matrimonio se desmorona es porque ella no le daba a él lo que necesitaba;
en una sociedad en la que pegar flojo es pegar como una chica, en la que correr
despacio es correr como una chica, en la que cotillear es cosa de mujeres…
Discúlpame si aún sigo convencida de que todas aquellas que deciden utilizar el
sexo en beneficio propio lo hacen porque las han educado para ello.