La ley mordaza o cómo pasarse la Constitución por el forro de los cojones



No sé si publicar directamente o si pedir primero permiso para hablar… Levantar la mano como hacía en el cole o algo… A ver si me van a caer 600€ de multa por cometer una falta… Porque ya se sabe, “el desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento”… Y yo ya la conozco.

Pero bueno, me santiguo y me arriesgo. Ahí va.

Leo en el periódico que por fin el Gobierno se ha salido con la suya y que, a pesar de las quejas unánimes de la oposición y de que ha habido quien en un intento de sacarles los colores (cosa imposible, pues para eso hace falta tener vergüenza) les ha cantado Do you hear the people sing, de Los Miserables, ha puesto en marcha por fin la nueva ley de “seguridad” ciudadana.

Vamos, que se han esperado a que pasase el Día de la Constitución para pasársela ellos por el forro de los cojones.

Leo también por ahí que ahora:

“Se considerarán faltas leves las faltas de respeto y consideración cuyo destinatario sea un miembro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad en el ejercicio de sus funciones de protección de la seguridad, cuando estas conductas no sean constitutivas de infracción penal”.

Yo respeto mucho a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, lo juro, pero esto significa que si yo me llevo un pelotazo en medio de una manifestación y me cago en la leche que mamó el susodicho agente que me ha restrallado (así, en cursiva porque es una expresión de mi pueblo) por puro acto reflejo… ¿La que cometo la falta soy yo?

Que yo no digo que esté bien insultar, claro que no, que me lo enseñó mi mamá, pero ¿qué hace más daño: un golpe en los riñones o que te griten “¡cabronazo!”? Porque desde aquí digo que si me jurasen que la policía solo iba a poner orden mediante insultos, yo me apuntaba hasta a las manifestaciones más radicales.

Aunque claro, como luego sigo leyendo y me encuentro esto:

“Se considera falta grave la perturbación grave de la seguridad ciudadana que se produzca con ocasión de reuniones o manifestaciones frente a las sedes del Congreso de los Diputados, el Senado y las asambleas legislativas de las comunidades autónomas, aunque no estuvieran reunidas, cuando no constituya infracción penal”.

Entiendo que si evito cometer esta segunda infracción, me cuido de no cometer la primera, ¿no?

Si cuando a mí me pica un pie, me rasco el pie, ¿por qué si el que me da por el culo es el Congreso de los Diputados no voy a poder ir allí a decirles: “¡Eh! ¡Dejad de darme por culo!”?

A partir de aquí, aplauso, por favor. Generalizado. Que se lo merecen…

Y sigo con los dichos de mi pueblo para afirmar ahora que después de esta ley “además de perros, apaleados”. O más claro y menos respetuoso: “además de putas, ponemos la cama”.

¿Qué pasa en este país? ¿Se les pone a gobernar y se piensan que tienen derecho a reinstaurar el absolutismo?

¡Que para bien o para mal les votamos nosotros! ¡Que no bajó Dios a nombrarlos miembros de nada ni a repartir escaños! ¡Coño!

Como todavía no hemos montado barricadas se piensan que ya comulgamos con cualquier cosa. ¿Cuánto más se piensan que vamos a aguantar?

Que a pesar de la LOMCE, les habemos con buena educación y que sabemos leer entre líneas…

No al Estado policial.
No a la represión.
No a la violación de los derechos humanos.


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