¿Carta de rechazo o patada en la dignidad?



Odio las respuestas estandarizadas que dan las empresas a los candidatos descartados en los procesos de selección.

Entiendo que somos muchos los que buscamos empleo, también que ellas no pueden perder su valioso tiempo redactando cartas personalizadas, pero no comprendo por qué, en su afán por “quedar bien”, destruyen aún más la moral de aquellos que han sido rechazados.

Quien se presenta a un proceso de selección ya sabe que corre el riesgo de que otro candidato se quede con el puesto vacante en lugar de él mismo, por tanto, no considero necesario que en la misiva de rechazo aparezcan expresiones tales como: “aunque su currículum es muy bueno/impresionante, hemos decidido seleccionar a otra persona”.

Discúlpenme, pero dan ganas de perder los buenos modales y responder al encargado del e-mail: “si tan bueno/impresionante es mi currículum, contráteme a mí y no al otro, ¿por qué ha decido escoger al mediocre en lugar de al impresionante?”.

No sé qué pensará el resto del mundo, pero según está el panorama, esta contestación ofende. Se agradecería algo más de sinceridad por parte de la empresa en cuestión, ya que, al menos, el rechazo tendría un motivo visible para el rechazado: “aunque su currículum es muy bueno, hemos observado una leve carencia de conocimientos/ experiencia en X que otro de los candidatos sí cumplía, por ese motivo, nos hemos visto obligados a descartarle del proceso de selección”.

Igualmente jode, pero si es cierto que existe una falta de preparación o experiencia, sería de tontos pensar que la empresa no fuese a escoger a alguien que no los tuviera. Todos sabemos que se busca al más preparado.

Además, los rechazados, al tener algo a lo que agarrarse, pueden emplear su tiempo de desempleo en cubrir esas faltas y asegurarse de que, la próxima vez, estarán más cerca de ser los vencedores en la carrera por un trabajo.

Aunque las empresas crean que “no nos deben nada” a los parados, no es cierto: dada nuestra situación, al menos deberían tratar de no faltarnos al respeto.

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