Estafadores con tarjeta de visita de editor

Los cambios que se están produciendo en el mundo editorial están favoreciendo la aparición de nuevos modelos de negocio, y eso es bueno. Sin embargo, también están sirviendo para que muchos listillos se lucren por explotar los sueños de otros.

Por eso quiero aprovechar este post para aclarar una serie de puntos, a mi parecer, importantes, y que es bueno tener en cuenta antes de lanzarse de lleno a la piscina:
  • Lo primero que tenemos que saber es que las editoriales (tengan estas el renombre que tengan) no cobran a un autor por editar una obra. Bajo ningún concepto. Las editoriales se lucran del porcentaje que les corresponde de las ventas de un título publicado, nada más. La inversión de la edición la realizan ellas, por eso es tan complicado publicar: porque una editorial jamás invertiría en algo que no produjese beneficios. Si alguna empresa o "empresa" de más o menos reciente fundación nos dora la píldora y nos dice que ha leído nuestra obra, que le gusta mucho y que quiere publicarla previo pago de x dinero... ¡Alarma! Lo más probable es que desperdiciemos nuestra ilusión y nuestro tiempo.
La gente escribe cada vez más, las editoriales están en crisis y estos desalmados han encontrado el método para sacar dinero de la incapacidad de unos y la imprudencia de otros.
  • Otra cosa que no hay que olvidar jamás (y perdonadme si resulta muy obvio lo que voy a decir) es registrar la obra que se quiera publicar antes de enviarsela a nadie. Digo más, las editoriales suelen preferir presentaciones de obras a manuscritos (es más fácil estudiarlas de esta forma dado el volumen de propuestas que reciben). Es recomendable que no os desprendáis de vuestras obras hasta que no tengáis una confirmación clara de que se va a publicar y, lógicamente, no antes de haber comprobado lo primero que os he dicho: ¡que no os cobren por publicar!
El trabajo de un autor es escribir, poner el talento y la imaginación. Y ahí acaba la cosa.
  • Las editoriales fiables son aquellas que ponen un contrato de por medio, en el que se fijan los acuerdos, deberes y derechos de cada una de las partes. En esos contratos se especifica desde el porcentaje de beneficio que obtendrán la editorial y el autor, hasta la lengua o lenguas y formatos en los que se publicará la obra, y durante cuanto tiempo se ceden los derechos de la misma.
Si no hay contrato, ¡cuidado! Porque sin él no habrá una base legal a la que agarrarse en caso de disgusto.

Recordad que siempre es mejor tardar en publicar, que hacerlo de cualquier forma.

Entradas populares de este blog

Tetas, tetas, tetas

Vivir en el infierno, o tener de vecinos a Homer Simpson y señora

Carta a una excompañera