Divide y vencerás



No se puede luchar contra nada cuando el frente que pretende erradicar algo está completamente dividido.
Y no sé por qué, pero esto suele ser lo habitual cuando se trata de combatir determinadas posturas, ideologías o conductas que, en boca de la mayoría, son, cuanto menos, deplorables.

Y así nos va, que nos quejamos del sexismo en la sociedad, de machismo que inunda cada aspecto de la vida cotidiana. Lo tenemos dentro de nuestras casas con la violencia de género y lo tenemos en las vallas publicitarias con el llamado marketing.

Nos sobresaltamos y nos echamos las manos a la cabeza cuando leemos estadísticas sobre la conducta de los más jóvenes. No logramos entender por qué las niñas quieren operarse las tetas o por qué los chicos no consideran ofensivo mofarse del cuerpo de una chica en pleno estallido de la pubertad. En cambio, no nos paramos a pensar si es lógico que una publicación femenina (con todo lo que este adjetivo conlleva referido a una revista) conmemore el 50 aniversario de un calendario erótico que pretende vender neumáticos: http://www.marie-claire.es/moda/tendencias/fotos/50-anos-de-calendario-pirelli-las-mejores-fotos/fotografos-1?utm_source=twitter&utm_medium=socialoomph&utm_campaign=marie-claire-twitter

Criticamos abiertamente opiniones que a todas luces denostan a la mujer, los medios de comunicación se hacen eco de ello (http://blogs.elpais.com/mujeres/2013/11/manual-catolico-para-sumisas-la-mortificacion-nos-gusta.html ), pero durante el ejercicio de reflexión nos entra el miedo y pensamos que, por tratar de acallar esas voces que hacen apología de la opresión, cometemos otro pecado (por lo visto) aún mayor: atentar contra la libertad de expresión.

Y sigo pensando que cómo vamos a crear un mundo libre, cómo vamos a levantar una sociedad de iguales, si las que se prestan a posar para esos calendarios o las que escriben esos libros no son otras que las propias mujeres.

Estamos totalmente divididas. Entre nosotras hay quien cree que lo uno está bien y que lo otro, mal. Pero la otra mitad considera justo lo contrario.

Si las que podemos protestar y decir basta no nos unimos bajo una misma bandera, jamás podremos esperar que las que vienen detrás comprendan lo que en verdad significa ser mujer.

Porque ser mujer, le pese a quien le pese, va más allá de lucir un exuberante busto frente a los objetivos de las cámaras con cara lasciva que, después de la sesión, se torna dulce y sumiso para hacer la cena al esposo que llega de trabajar.

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