Ya no voy a fundar mi propio pueblo

En uno de esos vertiginosos bajones de ánimo que se nos permite tener a aquellos que andamos buscando trabajo, me sorprendí a mí misma pensando en fundar un pueblo. Así, como suena: fundar un nuevo pueblo. Tenéis permiso para mofaros, porque sé que suena de lo más iluso y estúpido. Pero, durante un pequeño instante me pareció una buena idea.

Por ejemplo, para empezar, se necesitarían edificios públicos y privados: tengo amigos arquitectos, geólogos, ingenieros de caminos, albañiles, pintores, electricistas y fontaneros que se podrían encargar de ello. Después de levantar esos cimientos imprescindibles, habría que dotarlos de vida y actividad otorgando  una función diferente a las construcciones recién hechas.

Uno podría ser el hospital, ya que conozco médicos, radioterapuetas, técnicos de rayos y enfermeros (creo que incluso hasta a algún fisioterapeuta) que no tienen trabajo. También haría falta un colegio o escuela. No habría problema, porque entre mis amistades también hay maestros y profesores de materias varias.

Este nuevo pueblo podría autoabastecerse si cultivase los terrenos adyacentes, lo cual sería estupendo para emplear a otros amigos que tengo que son agricultores y viticultores.

Los vehículos de la población que se fuese estableciendo allí, así como la maquinaria agrícola, necesitarían estar controlados y pasar revisiones cada cierto tiempo. Esto sería perfecto para mis amigos mecánicos y chapistas.

Que el pueblo fuese nuevo no significa que tuviese que vivir anclado en el pasado. Se podrían obtener ordenadores, impresoras y una cuenta wifi. De este modo también podría ocupar a mis amigos informáticos.

Pensaréis que con esto no hay material suficiente para levantar un pueblo, y tenéis razón. ¿Quién se encargaría de todo el tema de declaraciones de Renta, facturas y números en general? ¿Quién del ocio y la diversión? ¿Quién del comercio? ¿Quién del mantenimiento general? ¿Quién de la administración? ¿Suministros, actividades culturales, comunicación, turismo...?

No hay que alarmarse, porque entre mis amistades y conocidos también hay economistas, bibliotecónomos, animadores infantiles, gerocultores, comerciales que serían capaces de vender arena en el desierto, camareros de los que escuchan y que llevan las bandejas cargadas de copas y cafés con una maestría sublime, operarios de mantenimiento y administrativos. También transportistas, licenciados en Bellas Artes y Musicología, químicos y físicos y filólogos varios.

Me emocionó mucho... Pero luego me acordé de que habría que levantar un ayuntamiento. Y eso sí supondría un problema. Al abrir el Ayuntamiento, aparecerían los ideales políticos y, consecuentemente, se generaría una segregación en distintos partidos. Esto acarrearía división de opiniones, confrontaciones y enemistades...
Todo se iría a la porra.

¿Son cosas mías o lo único que les sobra a los pueblos es la condenada política?




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