¡Cuidado con el banzo!
Este tema me encanta. Los que me conocéis lo sabéis. Cuando sale a debate me emociono, y, si nadie me para, puedo pasarme con él las horas muertas. Aunque existe un requisito para que pueda darse: que los intervinientes (palabra que saldrá en la próxima edición del diccionario y que no me gusta nada) procedan de distintas zonas geográficas. Basta con que su lugar de residencia/nacimiento diste del de los demás unos cuantos kilómetros. Todo comenzó hace algunos años, cuando empecé la universidad. Mi compañero de piso llegó un día a casa sorprendidísimo porque, estando en clase, le había entrado algo en el ojo y al decir: “¡Ay, me he cegado!”, nadie le había entendido. “¿Cómo es posible?”, me preguntó. “No lo sé, es raro”. Y aunque el verbo cegar aparece en el diccionario de la RAE, sus compañeros no lo habían oído en la vida. Así fue como descubrí el fascinante mundo de los regionalismos y los localismos. Durante esos años conocí a gente de Palencia, y desde entonce...