Cuestión de género



Transcribo, tal cual, el estado que un amigo ha publicado en una red social esta semana: 

“Si un hombre que juega al futbol es un futbolista, o uno que toca el piano un pianista, ¿por qué por cuatro tocahuevos una mujer que hace abogacía es abogada, o una mujer que ejerce la medicina es médica, y nadie ha pedido masculinizar los otros con "futbolisto" o "pianisto"? Aquí, o jugamos todos, o rompemos la baraja. ¿O el barajo?
Edito y añado una pequeña ristra de profesiones con género neutro femenino, pero masculinizadas, todo sea por echarnos unas risas ante la tontería creciente en la que vivimos:
Astronauto, dentisto, poeto, sindicalisto, pediatro, golfisto, arreglisto, funambulisto, proyectisto, turisto, contratisto, paisajisto, taxisto, artisto, periodisto, taxidermisto, telefonisto, masajisto, trompetisto, violinisto, maquinisto, electricisto, oculisto y policío. Y la mejor para el final: ¡machisto!” 

Le prometí que meditaba y le respondía, así que allá voy.

Ocurre que en nuestro afán de igualdad, nos emperramos en buscarla en todas partes; desde el salario hasta el lenguaje. Y muchas veces ocurre que nos pasamos de listos y rozamos (o traspasamos) los límites de lo ridículo.

En español, el masculino es lo que se conoce como “género no marcado” y el femenino como “género marcado”. En román paladín, que para crear el femenino es necesario añadir una serie de terminaciones (-a, -esa, -ina, -isa…) al masculino.

Sin embargo, en contra de lo que todo el mundo cree, no todos los sustantivos terminados en –a son femeninos, igual que no todos los acabados en –o son masculinos.

Sí, amigos, gracias a que nuestro idioma procede del latín, o a que asimilamos palabras del griego (por poner un ejemplo), poseemos en español palabras terminadas en –a que son de género masculino: día, aroma, cisma, clima, dogma, mapa, problema…

Entonces, si utilizamos “futbolista” para referirnos a hombres y mujeres, ¿somos feministas? Y si empleamos el término “doctor”, ¿somos machistas? Ni lo uno ni lo otro.

Pero sí que existe el machismo en el lenguaje.

Rotundamente, sí, aunque no tenga nada que ver con la existencia o no de abogados y abogadas.

El machismo en el lenguaje está más relacionado con las expresiones que con las terminaciones de las palabras.

A mí me da igual que a una mujer la llamen médico o médica. Lo que de verdad me fastidia es que lo que “mole” sea cojonudo y lo que aburra sea un coñazo.

Nuestra forma de hablar, de expresarnos, es una prolongación de nuestra concepción de la sociedad, y si en nuestro día a día somos machistas o consentimos el machismo, se refleja en nuestra lengua.

Por eso me importan un bledo la –o y la –a cuando todavía se le dice a alguien que hace algo “como una niña” si lo que se pretende es criticarlo y ofenderlo.

Tal vez sea ahí donde tengamos que poner el ojo…

He dicho.

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