Gracias a Dios, no tengo 17 ahora
Extraño aquellos años en los que mis mayores preocupaciones eran portarme bien en casa para que me aumentasen la hora del toque de queda y estudiar para aprobar y que no me castigasen bajándome la hora del toque de queda… Eran tiempos sencillos. Eran buenos tiempos. Por aquel entonces pasaba gran parte de mis períodos de ocio encerrada en mi habitación escuchando música. Como buena adolescente, ninguna del gusto de mis padres. Por supuesto, porque “esos espulga-perros” nunca iban a estar a la altura de los músicos buenos de verdad, cosa que ya entendería con los años. Y es verdad. Espulga-perros o no, ninguno está a la altura de “los grandes” que escuchaban mis padres. La mitad de los grupos cuyos discos me compré se han disuelto, y la otra mitad… Bueno, en su casa les conocen a la hora de comer. Como llevaba unos días agobiada por el verbo “pagar” (el alquiler, la cuota de la seguridad social, la luz, el agua…) me ha dado por retrotraerme a quince, diez años...