El fin de un viaje. El comienzo de una era
Podríamos decir que este viaje comenzó un 1 de octubre de 2005, en Valladolid, en un pequeño piso con paredes multicolor, en el barrio de Santa Clara (aunque la mayoría lo considere La Rondilla), al lado del campus universitario. Allí se sucedieron innumerables hechos y anécdotas que cada cierto tiempo se recuerdan con humor y, a veces, incluso con sorpresa al pensar en la ilusión e ingenuidad de las que se hacía gala entre aquellas paredes. El cerdo Cerdo, la apuesta de aguantar tres puñetazos escondidos bajo una mesa, el pasillo lleno de globos en fechas señaladas, el carro de la compra, los juegos de adivinar canciones, la gata Victoria, el baño para contorsionistas (que luego se transformó en un modesto aseo con ducha de hidromasaje), el sinfín de personas que por unos motivos o por otros desfiló para comer o dormir allí, los martillazos del vecino en la pared del salón, los calzoncillos en la ventana, las vecinitas, la muerta de la curva, el profesor de billar...